Deja que te hable en silencio y en el silencio escucha mi voz.
Nos he de encontrarnos otra vez, solos, de nuevo, solos, pero esta vez tendremos nuestras ropas puestas.
A mi perdón no me pidas por tus ofensas de amor
para eso está un tal Díos cuyo oficio es perdonar.
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